Este año, Ecuador ha recibido a un grupo de adolescentes entre 14 y 17 años
provenientes de Estados Unidos que participan en un programa de verano único.
Durante un mes, estos jóvenes recorren gran parte del país —incluyendo los Andes, la
Costa y las Islas Galápagos— en una experiencia que mezcla turismo, voluntariado y
aprendizaje cultural.
Acompañados por líderes especializados, los participantes asisten a talleres sobre
historia, diversidad y realidad social, mientras se integran en comunidades locales para
colaborar en actividades de voluntariado. Esta vivencia les permite no solo descubrir un
país nuevo, sino también crecer personalmente, desarrollar empatía y ampliar su visión
del mundo.
Vivir un intercambio cultural a temprana edad es una oportunidad transformadora. Les
enseña a adaptarse, a valorar otras formas de vida y a construir puentes entre culturas.
Un verano así no se olvida, porque deja huellas que duran toda la vida.